Archivo de la categoría: Fieras Peligrosas

Ser chica es ser un universo de posibilidades

Desde hace 5 años Girls To The Front ( GTTF) ha sido una iniciativa que convoca e incluye a todas aquellas identidades que buscan reclamar espacios determinados por el patriarcado anulador que nos violenta. Reclamamos las calles, los skate parks, las escuelas, nuestras casas, la piel de la urbe, los jardines como espacios para polinizar, nutrir y cultivarnos en sororidad. 

En nuestras conversaciones en comunidad, hemos escuchado a muchas personas que se sienten excluidas o no representadas bajo el término chica. Nuestra colectividad como Pirañas es guiada por la urgencia de ofrecer experiencias creativas que incluyan a todxs aquellxs cuyas voces y experiencias han sido anuladas, atropelladas, silenciadas, y erradicadas por violencias sistémicas y patriarcales.  

Por eso hoy reconocemos que el lenguaje es uno de esos espacios dominados por las lógicas binarias del machismo que valida solo las identidades de quienes se definen como hombre o mujer, macho o hembra, chico o chica,  perpetuando estereotipos sociales que erradican sistemáticamente a quienes su experiencia escapa de estas  lógicas binarias.  

Dados los límites que el lenguaje puede imponer en la imaginación, nosotras con esta entrada queremos reclamar y reimaginar el término chica como un espacio neutral donde se puedan afirmar y celebrar todas las posibles maneras de existir como chica, pues creemos que ser chica es ser un universo de posibilidades. 

Ser chica es tener la posibilidad de vivir en la libertad y de pensarnos desde el corazón para construirnos y vivir de acuerdo a los profundos deseos de nuestras almas.  Ser chica es permitirnos poder serlo todo, y a la vez no serlo si es lo que deseamos. Ser chica es deshacernos de la necesidad de tener  una construcción definida, pues ningunx de nosotrxs somos iguales. Nos reconoceremos y nos celebramos  en nuestras diferencias, comenzando por nuestras corporalidades, las cuales además, podemos construir libremente sin tener que seguir cánones impuestos del imaginario machista  y heteropatriarcado de la “chica perfecta”. 

Esta conversación nos confronta y nos lleva a reconocer que pocas veces, o tal vez nunca nos lo hemos preguntado.

Y tú que nos lees y creas con nosotrxs, ¿te lo has preguntado? 

La sociedad nos ha impuesto la chica que debemos ser, en casa nos han invitado a ser esa chica políticamente correcta que todos desean, y el sistema educativo refuerza estas imposiciones excluyendo la enseñanza desde corrientes académicas feministas, lo que ha borrado nuestras contribuciones sociales a través de la historia de la humanidad. 

Pero aquí más de hablar  sobre lo que te han hecho creer, queremos centrarnos en ese sentir profundo que refleja tu experiencia de vida. Hoy te invitamos a que sincronices tu cuerpo, tu alma, tu mente, con el contexto de tu vida, y te preguntamos:

¿Dónde ha quedado tu construcción interior como chica? 

¿Qué lugar le has dado a la chica que deseas ser? 

¿Has tenido la oportunidad de hacerle espacio a estas preguntas? 

¿Es esta la primera vez que te preguntas qué es para ti ser una chica? 

Sin duda lo fue para algunas de nosotras. 

Como Pirañas hemos estado teniendo esta conversación. No podemos negar que nos ha quedado sumamente complejo respondernos, más lo que se hizo claro como el agua, fue que todxs somos una multiplicidad universal tan amplia y diversa, en la cual lo único que no nos podemos permitir es eliminar o tachar una respuesta. Si anulamos la construcción de otrx, estaremos perpetuando esa violencia patriarcal que denunciamos. Si la ignoramos estaríamos invalidando lo que nos afirma como Pirañas, que es nuestra  capacidad de amar, de construir y de entendernos empáticas, porque ¿qué sería de nosotrxs si no estuviéramos aquí para apoyarnos, para acompañarnos en la aventura y para construir en lo común? 

Es precisamente por esta razón, que emprendemos esta construcción colectiva para podernos pensar y responder lo que significa ser una chica para cada unx de nosotrxs, entendiendo en ello un mundo de posibilidades, que de seguro, tendrá tantas respuestas e interpretaciones como pirañas en el agua. 
Nuestra única certeza  es que una chica es un ser que existe desde la sororidad, que nos permite resonar juntxs en la defensa de nuestras vidas y construirnos en libertad en este mar de posibilidades que nos ha regalado el existir como mujeres. Por eso hoy profesamos que ser chica es ser un universo de posibilidades.

Para quienes “sólo miran”

Por: Latoya Inés Serna García.

Creo que desde que tengo memoria, desde que apenas era un niño inocente y juguetón entendí o por lo menos la sociedad, mamá y el resto de la familia, me hicieron entender, en medio de risas y charlas, que aquello que deseaba y se alcanzaba a percibir por aquel entonces en mis comportamientos no estaba bien y que debía, tenía, casi la obligación de volverme más machito, más hombre, más serio y menos maricón, pues de esa forma no íbamos a terminar en nada bien. Y digo íbamos, porque luego de más de 30 años yo misma pude entender que indiscutiblemente no he sido yo sola la que ha cambiado, sino que ha sido un proceso de transformación común con quienes decidieron quedarse.

Soy Latoya Inés, mi nombre como aquél que le perteneció a él por más de 20 años, -a él que finalmente es quién nos ha traído hasta aquí- llegó al azar y se fue componiendo en medio de charlas, risas y amaneceres compartidos con ese grupo de amigos y amigas que me regaló la vida y con quienes indiscutiblemente entendí que la libertad era una posibilidad. Desde mucho antes de ser ella cada día, a cada instante, ya era Latoya sin importar cuanta barba tuviera y qué tan rarito me viera para esas épocas en dónde indiscutiblemente ya no me sentía cómodo en la piel. Definitivamente era necesario buscar otras formas para ser y hacer.
El miedo me acompañó por más de 20 años, aún sé que me acompaña, pero ahora es un monstruo que miro de frente mientras camino siendo lo que siempre deseé. No ha sido fácil, y estoy segura de que he sido una afortunada en este proceso de cambiar, de transformarme.

La expectativa de vida para las mujeres trans en Latinoamérica es de 35 años. Los crímenes de odio, los malos procedimientos estéticos y la falta de un acceso justo e igualitario al sistema de salud, tantas veces, termina por exterminarnos mucho antes.

Recuerdo un día, en medio de esas discusiones del hogar, cuando finalmente él tuvo el coraje para revelarse y decir por fin que en la genitalidad tal vez no, pero en el alma y en el ser era una mujer. Hablar por fin de una verdad que se supo siempre a voces y que mamá, en medio de lágrimas, me dijo que no podía ser porque me iban a matar.
Ese día comprendí que como sociedad aún nos falta muchísimo para entender el concepto de la empatía y que esa negación que me había dado mamá durante tantos años, cuando me encontraba jugando con sus vestidos y tacones, cuando no podía ver telita o muñeca mal parqueada porque tome: la loquita gordita y agraciada se adueñaba de ella y el showcito apenas comenzaba en esos tantos momentos incómodos con las visitas cuándo me “pasaba de la raya”; finalmente no tenían sino un inmenso miedo de fondo por la preservación de mi vida, porque quizás el mundo no estaba preparado para tanta hermosura.

Construirme como una mujer trans ha sido toda una aventura, sin duda la más difícil de mi vida, pero a la vez la más valiosa, la más real y feliz aunque en el camino haya tenido que renunciar a muchas cosas. Pero sólo imagina lo lindo de esto, mirarte al espejo y poder, por fin, verte real.

El primer, el reto cero, la gran kryptonita del asunto es la familia ya que a pesar de todo lo difícil que pueda ser, si en casa el amor está por encima de cualquier cosa, ya llevas la mitad del camino ganado. Yo diría que en medio de todo, por ese lado, aquí estoy todavía entre los míos y las mías pero ahora con mis vestidos, yendo a las uñas con mamá, compartiendo el baño con las mujeres y contoneándome hasta descaradamente en vestido de baño de dos piezas, en las fincas familiares y en la terraza los días de sol. Si corres con suerte y no pierdes a la familia, el reto siguiente es volver a caminar tranquila. Si era difícil ser ese hombre homosexual evidente, caminar por la calle cómo mujer trans lo ha sido el doble, ¡Qué digo el doble, el triple!, los primeros días no se imaginan el miedo que me daba, usar el transporte público, volver a esos lugares donde ahora no me conocían, simplemente con ir a la tienda ya estaba llena de preocupación. Creo que esa tranquilidad no la he recuperado, creo que las mujeres trans difícilmente la recuperamos, siento que es más bien un estado de naturalidad que finalmente termina por normalizar las miradas y las voces imprudentes de esos otros, de esas otras.

Luego vino el reto de encontrar la mujer que quería ser, o por lo menos en quién quería trabajar. Romper el mito de que todas las mujeres debemos ser iguales, mamitas de catálogo y además que las mujeres trans debemos ser la misma copia burda y poco pensada por hombres cobardes que sólo nos buscan en las sombras, pero que a diario mueren por nosotras y por eso, sin duda, el trabajo sexual continúa siendo -no voy a discutir si para bien y o para mal-, una de las principales fuentes económicas para las mujeres como yo. Y es justo ahí, en esas relaciones que tejen los afectos, la pasión, relaciones que la mayoría del tiempo se viven en las sombras, de amores escondidos, de besos fugaces que se quedan grabadas en la piel de la penumbra, donde yo, esta humilde servidora siente que ha perdido lo más grande: el derecho a amar y a ser amada.

Y no me las quiero dar de víctima o que digan ‘pobre de’. No creo en los cuentos de hadas y sé muy bien que en las películas de princesas, divorciarnos y odiarnos es lo que viene después del “Y vivieron felices”. Pero a lo que sí quiero ir, es a que me parece sumamente injusto que en este mundo, en este país y en esta ciudad que habito, las mujeres trans y en general los cuerpos en tránsito, sean vistos de lejos, con desdén, con apatía y con esa mirada nublada que nos hace parecer “enrarecidos”. Son esas mismas miradas que hace poco simplemente observaron sin decir ni una sola palabra cómo bajaban de uno de los principales medios de transporte de esta ciudad, que habla y se jacta de su cultura, de forma violenta y humillante a una mujer trans, una igual a mí, entre varios “héroes de la patria”.

Esas son las miradas que aunque digan “yo respeto”, “yo no tengo nada en contra de”, “desde que no se metan conmigo todo bien” y un sin número de cosas más en las que se me iría la vida escribiendo, son las que nos han matado por siglos, las que nos han dejado tiradas en cientos de moteles mientras nos desangramos, las que no nos dejan caminar tranquilas, las que nos violentan, las que nos golpean, las que nunca son capaces de llevarnos a casa o presentarnos a la familia o a los amigos, las que prefieren deshacerse de nosotras para no amarnos, para no “incomodar”. Creo sin duda, que a eso era a lo que se refería mamá.

Y aunque los tiempos han cambiado, para algunos y algunas la situación no ha mejorado de a mucho, los cuerpos en tránsito aún continuamos siendo carne de cañón y la creciente ola de violencia para con las mujeres en general, cada día hace que nuestras vidas corran más peligro. Por eso es necesario gestar un cambio ahora, una transformación que se base en el educar desde el amor y en el permitir y permitirnos entendernos desde nuestras diferencias y diversidades. Tener miradas más abiertas y más respetuosas a la vida, pero sobre todo, entender de una vez por todas que nada justifica la agresión física y mucho menos la pérdida de la vida.

Es un nuestro deber educarnos en lo común y aprender en lo colectivo, necesitamos una sociedad menos sumida en el odio y un estado que vele integralmente por los derechos y el bienestar de todas sus ciudadanías.

Aquí estamos y aquí nos quedaremos porque somos la vida misma, así que es mejor que de una vez por todas nos hagamos más pasito y en las miradas encontremos más amor.

¿Avanzamos?

La pregunta de ¿quien gobierna y para quién?, surge luego de leer encabezados que sugieren ‘equidad de género a partir de la obligatoriedad del servicio militar para mujeres’, o ‘mínimo vital para mujeres con hijos productos de violación’. Como ciudadanas, inevitablemente nos cuestionarnos a quiénes benefician las propuestas nombradas. De entrada sabemos que a las mujeres, no. 

Este tiempo presente, más allá de atención y reflexión, nos solicita acción. Por eso nos dimos a la tarea de conversar para entender por qué a la fecha estamos ad portas de una declaración de Emergencia Nacional por violencia machista, iniciativa impulsada desde Estamos Listas y respaldada por más de 40 mujeres y organizaciones lideradas por mujeres en el territorio nacional, entre las que figura Pirañas Crew. 

El documento que será radicado el 20 de agosto en alcaldías y gobernaciones y que estará acompañado por plantones realizados a nivel nacional, busca visibilizar la situación y enfatizar que lo que está pasando no es “un problema de las mujeres”. Es un asunto público, social, político y económico que deviene de la dominación y explotación sistemática a la que las mujeres hemos sido sometidas históricamente y que hoy por hoy se recrudece a causa de la crisis de salud global, nos comenta Martha Restrepo del movimiento político de mujeres Estamos Listas. 

El momento es crítico, sin duda. La crisis mundial golpea el orden establecido evidenciando la desigualdad que en términos de derechos humanos golpea más fuerte a las mujeres cuando nos obliga a permanecer encerradas con maltratadores, violadores y abusadores conscientes de que sus acciones aberrantes no les traerán mayor consecuencia. 

Hablamos entonces de retroceso. 

Retroceso ante una crisis en la actual vemos diluirse años de luchas y conquistas en las que un gobierno neoliberal, que pondera la vida de las personas por debajo de la economía, no ha optado por medidas con enfoque diferencial que acompañe y proteja a las mujeres víctimas de violencia a diferencia de otros países. 

En cambio, propuestas como servicio militar obligatorio para mujeres, subsidio de violación a mujeres o cadena perpetua para violadores, no son más que la constante re victimización de las mujeres y evidente violencia institucional, que no remedia la situación, crítica por demás, sino que se inventa propuestas y medidas obtusas, deficientes y contrarias a lo que pretende la lucha feminista antimilitarista, cuya búsqueda de equidad ante la obligatoriedad del servicio militar aboga por mujeres y hombres en igualdad.

A menudo nos surge la idea de que las propuestas antes nombradas sobre la decisión de los cuerpos de las mujeres, son inútiles porque carecen de contexto por desconocimiento. Pero la realidad se sobrepone y una idea aterradora toma forma: no hay desconocimiento del contexto en absoluto. Lo que hay es una deliberada intención de imponer tales barbaridades. Y retroceder. 

Retroceder de modo que en los casos en que la ley le permite el aborto a las mujeres (en caso de violación, malformación del feto o peligro de muerte de la madre) la misma cuente primero con el ‘consentimiento del padre’, como propuso María del Rosario Guerra, senadora del Centro Democrático. 

Retroceder es que la ley obligue parir a una mujer violada, ante la hipotética negativa del padre violador. Y que (en serio, que las Diosas nos libren) tenga que después ser juzgada ante el hipotético “comité que valorará qué tan violada o violentada ha sido la mujer” para poder acceder a la tal ‘renta mínima básica’, propuesta por el senador John Milton Rodríguez hace dos semanas. 

Un escenario hipotético, ciertamente. Pero muy cercano a la realidad de cientos de miles de mujeres reales, que a diario luchamos con problemas tan reales que nos tienen la salud mental y física comprometida ante tanta atrocidad y deficiencia de un sistema incapaz que nos tiene haciéndonos muchas preguntas como: 

¿Dónde está la sentencia de cadena perpetua para los siete soldados que violaron a la niña Embera? La celebrada ley de cadena perpetua para violadores no es más que un evidente populismo punitivo que no resuelve el tamaño de problema que supone la violación y en cambio magnifica la imagen de gobernantes inútiles a quienes la prensa los adjetiva como ‘trascendentales e históricos’. ¡Histórico y trascendental abolir! … Pero no estamos preparadxs para esa conversación.

¿Qué pasa con el problema de base? ¿Qué pasa con las instituciones que “nos protegen”? ¿Quién nos protege de ellos? 

¿Retrocedemos? 

¿Qué hacemos con una institución como la policía que no nos protege? ¿Tener más mujeres militares o policías arregla el problema? ¿Cómo es ser mujer al interior de la Policía? 

Ya es bien sabido que ser mujer participando en el escenario público y político no es nada fácil, pero, las instituciones se han caracterizado por encarnar un machismo mucho más crudo y avasallador, como lo son el Ejército y la Policía Nacional, y aunque cada vez hay más mujeres, sigue siendo raro verlas con el uniforme camuflado o verde oliva. 

Conversamos con la “Patrullero” Murillo* – patrullero, porque no está dentro del lenguaje de la institución decirle patrulleras a las mujeres; ella lo acepta y se refiere a sí misma en masculino. – Queríamos entender un poco las motivaciones de una mujer para ser parte de la Policía. 

Murillo es una mujer joven, no tiene más de treinta, su familia llegó a Medellín desde Urabá, desplazada por la violencia cuando ella era una niña; La ciudad tampoco los recibió con los brazos abiertos, fueron épocas duras y llenas de guerra, pero su familia hizo lo que pudo. Algunos años más tarde su papá las dejó, a ella y su madre, para empezar una nueva relación, ella ya era adolescente, no fue fácil, pero solas se la rebuscaron. 

Su mamá le pagó el colegio con muchos esfuerzos, siendo la señora del servicio en varias casas. Murillo, ya sabía antes de salir del colegio, que plata para educación superior no había, por eso ser policía comenzó a ser un sueño, para tener un trabajo digno, y garantizar siempre 

poder ayudar a su mamá, también se entusiasmó con el servicio a la comunidad, se imagina haciendo trabajo social en las calles de Medellín con el uniforme de la Policía. 

Una vez terminó el colegio, espero cumplir los 18 años para ingresar a la Policía. Para ella, sigue siendo una institución querida, pero relata con un poco de tristeza, que esa idea que tenía de ser policía estaba bastante alejada de la realidad, tal vez, -nos comenta- que el amor que aún le guarda a la institución es una suerte de esperanza de que se pueden hacer las cosas distinto. 

Nos afirma que como mujer se viven muchas opresiones al interior de la Policía, afortunadamente nunca ha sido acosada, pero sí sabe de casos de compañeras; escalar en los grados de la Policía, siendo mujer, es triplemente difícil, y su vocación de servicio a la comunidad es algo que hace parte de su personalidad, pero que no es el común denominador de la institución. 

Sigue estando agradecida con la Policía, porque en su historia llena de vulneraciones y exclusiones, fue y ha sido la única oportunidad que tiene para seguir adelante con su mamá. 

Nos damos cuenta entonces, que las motivaciones que tiene una mujer para ser policía es el cuidado, la protección y el servicio comunitario, a la vez que trata de resolver una serie de exclusiones, como el acceso a la educación superior. Pero también nos damos cuenta que no es fácil, y que pertenecer a una institución como esta no le permite proteger a otros y ni ella misma. 

No descansaremos. 

Son tiempos complejos que nos exigen atención, presencia y acción. Al final de esta entrada, está el link de la declaratoria de Emergencia Nacional por violencia machista. Firmen y compartan, la meta es de 20mil firmas y aún faltan. 

No descansaremos. 

Hasta que la ley nos permita decidir libremente sobre nuestros cuerpos: Aborto legal, seguro y gratuito para garantizar la autonomía de las mujeres de decidir si queremos ser madres o no. 

No descansaremos. Elevamos nuestra voz por la vida y la integridad de todas. El panorama es incierto pero hacia allá vamos. ¡Juntas avanzamos! 

¿Firmamos la declaración? hazlo aquí

*El nombre de la mujer patrullera ha sido cambiado para respetar su privacidad, acoge su identidad a la protección de fuentes

-Ilustración realizada por Antro y Danas

Feministas para escuchar

Recomendaciones de podcast feministas para ponerse al día

A veces el camino del feminismo puede parecer un tarea titánica, y realmente lo es, no es fácil ir en contra de lo que nos ha oprimido por años y que además es normalizado. A esto se le suman un montón de conceptos académicos, líneas, vertientes, información y desinformación desbordada en internet y unos medios tradicionales como la radio y la televisión que le hacen la batalla al feminismo y que nos pueden tener muy confundidas.

En Pirañas crew, estamos convencidas que el feminismo no es un punto de llegada, el feminismo es un camino de aprendizaje, de reflexión, de deconstrucción, un camino que puede ser distinto para cada una y que eso no lo hace ni errático, ni correcto. El feminismo es un camino que nos hace más libres y mejores amigas. 

Queremos compartirles algunos podcast feministas hechos por mujeres poderosas, brujas, maestras, que nos ayudan en esta tarea titánica del feminismo a sentirnos más acompañadas y con mejores herramientas.

Juntas.

Queremos comenzar esta lista con Juntas, porque representa el movimiento feminista en Colombia. Este podcast es creado por 3 mujeres: Kiara de Santa Marta, Diana desde Ibagué y Anyela, Piraña de nuestra colectiva, desde Medellín.

Tres mujeres con distintas profesiones, que enriquecen los puntos de vista, y que se han centrado en conversar y reflexionar cómo nos afecta a las mujeres los nuevos tiempos de distanciamiento social por COVID19.

En cuanto lo escuchamos, quisimos compartirlo con todas nuestras conocidas, con nuestra familia, y es que una de las características de Juntas es su lenguaje tranquilo y fácil de asimilar, aunque los temas sean tan complejos.

Es puro amor sororo como su nombre lo dice: JUNTAS.

Mujer vestida

Es un podcast también colombiano, creado por la escritora Vanessa Rosales. Es bastante práctico y recomendamos escuchar con libreta y lápiz en mano, para apuntar todas los referentes para profundizar luego.

Por medio de conversaciones con fabulosas invitas, Vanessa nos propone un encuentro con la crítica cultural, los estudios de historia y teoría de moda y estética, la historia de las mujeres y la multiplicidad de las perspectivas feministas.

Radiojaputa

Es un podcast picante, irreverente, de feminismo radical, realizado por Barbijaputa una escritora, columnista y tuitera española que mantiene oculta su identidad.

Es inspirador, y nos confronta todo el tiempo, tiene varias secciones para reflexionar sobre distintos temas alrededor del machismo, por medio de testimonios de distintas mujeres, y nuestra sección favorita: un espacio para tumbar el lenguaje patriarcal que nos ha impuesto la real academia de la lengua española.

A esta mujer vale la pena, además de escuchar su podcast, seguirla en todas sus redes sociales. 

Sangre Fucsia

Doña Pasolina, Lolli DJ, Dianespotting, Gaelx, Reinohueco, Valentina, Amanda Manda, Lazos y Roma son las voces que escuchamos en en este podcast, mujeres feministas, anarquistas y del movimiento LGTB.

El podcast Sangre Fucsia, es la juntanza de varias mujeres que habían participado en distintos proyectos radiofónicos y querían hacer algo personal, que no fuera un proyecto pedagógico de feminismo, sino más bien, hablar de temas de interés para todas nosotras: la efervescente realidad cultural y política con una mirada muy feminista y muy crítica, pero también fresca.

Tramas maestras

Es un podcast realizado por la cineasta Leticia Dolera, la periodista Henar Álvarez y la cómica Pilar de Francisco, con la colaboración de Alex García y Manuel Burque.

Con un claro enfoque de género, Leticia, Henar y Pilar nos presentan reflexiones sobre cómo hemos sido representadas las mujeres en el mundo el cine y la literatura a lo largo de la historia, qué estereotipos se repiten y nos han sido impuestos. 

Para no volver a tragar entero

Invitadas

Escuchar a Las Invitadas es como participar de una conversación entre amigues que relaciona con soltura la poesía con temas variados brujería, guerra, género, perritos (!); mientras desde casa comparte tal vez el té o un vinito.

Realizado en Buenos Aires Argentina por Lau Soho y Vera Goodday, Las Invitadas, cuenta a la fecha con 14 episodios de una hora duración en promedio en el que a menudo participan sus oyentes leyendo poemas, como es el caso del episodio de José Sbarra, poeta argentino que representó el movimiento queer en los 90’s, en el que Rula Piraña leyó uno de sus poemas. 

La sensación de escucharlas es cercana, cómoda y sumamente enriquecedora en la que hacen referencia a autorxs como Borges, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, entre otres, que logran envolver a quien les escucha gran pasión por la literatura.

Acabar

Este podcast de Spotify conducido por Melanie Tobal, emite cada martes una nueva conversación que gira siempre en torno del orgasmo femenino y de personas con vulva. Durante 11 episodios, a la fecha, ACABAR ha explorado las diferentes posibilidades tenemos como mujeres para llegar al orgasmo con nosotras mismas o con otrx(s). 

Acabar con sexo oral, juguetes sexuales, squirt o directamente… no acabar, episodio #10, en el que se cuestiona el orgasmo como finalidad única del encuentro sexual y enmarca una conversación en torno de la ternura, el tacto y a lo que usualmente se nombra como ‘previa’, al cuestionar la visión que centra un encuentro sexual en la penetración y que tiene como fin único el orgasmo, dejando de lado todo lo demás*. 

(*lo demás: espectro amplio de auto descubrimiento y placer.)

ACABAR, completa su diálogo con invitadas expertas en diferentes temas como sexología, psicología, periodismo que  bien pueden hablar de sus experiencias personales o dialogar desde sus saberes para sumar argumentos a las reflexiones que suscita el hecho de lo ofensivo que resulta ver a una mujer disfrutando de su cuerpo, por ejemplo. O cómo la industria pornográfica centra su discurso en el disfrute masculino que objetiviza a la mujer tanto en su narrativa, como en la producción de los contenidos.

Radioambulante

Por último queremos compartir, la mejor colección de podcast de Radio Ambulante: historias de mujeres fuertes, independientes, que son protagonistas de sus propias historias.

Ver la playlist aquí

Además de la lista que acá presentan, nosotros agregamos a esta colección los capítulos de “Yo nena”, “El tránsito” y “Nada que curar

¿Que otros podcast nos recomiendan?

GRITO, GRITAS, GRITAMOS

“Tengo que desatascar el grito, 

hacerlo salir de mi pecho, 

sentir, escuchar y caminar su vibrar”

Catherine Walsh

¿Cuántas veces el silencio ha sido impuesto? ¿Cuántas veces lo hemos elegido creyendo que nos protege? ¿cuántas veces ha sido usado para dominarnos y disciplinarnos? ¿cuántas veces nos han dicho que debe romperse y sin embargo nuestras voces no han sido escuchadas? Las respuestas irían acompañadas de largas historias en común con décadas de sometimiento tras ellas. En los años 70´s las mujeres crearon “grupos de conciencia feminista” donde podían hablar sobre sus miedos, experiencias de vida y pensamientos, donde podrían reflejarse en las voces de las demás; otras conversaban y bailaban alrededor del fuego mientras hermanaban y hoy, seguimos necesitando estos encuentros, para comprender la dimensión política y colectiva de nuestros relatos, para amplificar nuestras voces, caminar y denunciar juntas. Hoy elegimos el grito. 

Las violencias contra las mujeres vienen en ascenso, pero también están siendo nombradas, y esto tiende a incomodar, porque cualquier exigencia, proclama o denuncia que provenga de una mujer es mirada con sospecha, a pesar de que la realidad se desborde frente a los ojos. Insistimos en que hay historias y nombres detrás de las lamentables cifras y que estas no siempre son precisas, pero nos duele no poder nombrar a las 152,5 1 mujeres y niñas que en promedio durante la pandemia han sufrido de violencia intrafamiliar y violencia sexual, a las 1292 mujeres que han sido asesinadas y a las cientos de mujeres que son acosadas y violentadas de cualquier manera, a quienes se les llena de miedo y se les hace sentir culpables. 

La respuesta colectiva no se ha hecho esperar, cientos de organizaciones de mujeres lo denuncian a través de sus redes sociales, otras desentrañan sus gritos frente a batallones de policía militar, otras elevan sus voces desde el canto y la digna rabia, algunas resisten pintando, otras intentan librar sus batallas por ser escuchadas en escenarios de tomas de decisiones de los cuales casi siempre somos excluidas, otras acompañan y escuchan, algunas más escriben, pero lo que es cierto, es que el eco de los gritos va creciendo y sus decibeles en aumento. 

Por eso, este grito hoy queremos elevarlo declarando una Crisis humanitaria de emergencia nacional por las violencias contra las mujeres como antesala al reconocimiento de un estado de cosas inconstitucional (que es el que hace la Corte Constitucional ante la violación masiva, generalizada y estructural de derechos fundamentales3), es decir, que representa un problema de tal magnitud donde se violentan derechos, el Estado es incapaz de asumir el problema y existe un contexto de desprotección, que es necesario declararse para que se adopten unas medidas presupuestales, administrativas y judiciales necesarias para intervenir estas violencias; recordemos que el Gobierno Nacional ha expedido toda clase de decretos aprovechando el estado de emergencia nacional, pero ha sido incapaz de expedir por lo menos uno, para proteger nuestras vidas durante la pandemia, y estamos dispuestas, hoy y siempre a romper el silencio. 

¿Firmamos la declaración? hazlo aquí

  1.  Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Cifras a mayo 2020
  2.  Observatorio de Feminicidios de Colombia. Período 16/03/2020 a 30/06/2020
  3.  Bustamante (2011)

#NiUnaMenos

Queríamos hacer el lanzamiento de nuestro blog en el mes de julio bajo el título de Fieras Peligrosas, estábamos preparando la primera editorial. ¿Qué vamos a decir? ¿Qué queremos contar? ¿Qué vamos a mostrar?, queríamos hablar sobre el colectivo, sobre nuestras pintadas en las calles, nuestros ideales y la razón de nuestra juntanza, una provocación al feminismo, una revolución llena de arte.

Adelantamos nuestro lanzamiento al mes de junio, con 8 mujeres resonando en nuestra piel: Daniela Quiñones de Medellín, Yudi Fernanda Pérez de Neiva, Brandy Carolina de Barranquilla, Ariadna de Santa Marta, Lili Johana Meneses de Cali, Marinela Flórez de Segovia Antioquia, Heidy Soriano y su nena de 4 años de Bogotá; y las otras cientos de mujeres que hoy no pueden leer esto, porque también fueron asesinadas. Hoy adelantamos el lanzamiento de nuestro blog para escribir por ellas, las que aún seguimos vivas.

Quisiéramos dedicar nuestra vida a contar otras cosas, no a enumerar las mujeres que nos hacen falta, pero mientras los violentos feminicidas nos sigan arrebatando amigas, seguiremos haciendo visible las alarmantes cifras que hablan de universos perdidos en la vida de cada una.

En un lado leemos que en el año 2020 en Colombia han sucedido 155 feminicidios, en otro 48, en otro 90, y es que los datos no siempre (casi nunca) son abiertos y transparentes por parte del Estado, además, todos los feminicidios no son categorizados como tal, muchas veces quedan sin clasificar, o inclusive son puestos en categorías como suicidios y así el feminicida goza de total impunidad.

Por otro lado, los discursos que manejan los medios de comunicación y las autoridades no ponen el señalamiento donde debe ser, sobre el victimario y no sobre qué hacía, dónde estaba y cómo vestía la víctima. Invisibilizan el feminicidio de mujeres trans y nos recuerdan cada día que la justicia se hace mucho más lenta cuando de violencia de género se trata.

Hemos leído y escuchado varias opiniones sobre los feminicidios ocurridos durante el aislamiento, que se vive de forma mundial por el virus Covid-19, que lo que puso en riesgo a las mujeres fue salir en medio de la cuarentena, no un hombre machista, asesino, respaldado por una cultura patriarcal.

Los feminicidios ocurren hace bastante tiempo, tanto en la calle como en la casa, por conocidos y desconocidos, no es un asunto de la pandemia y el aislamiento, es un asunto del patriarcado estructural que nos gobierna y no nos protege para estar salvas y libres.

Hoy, mientras escribimos esta primera entrada para nuestro blog, nos invade la pregunta: ¿y ahora qué hacemos? Y es que no dejamos de sentirnos impotentes, devastadas, con el ánimo abajo, con todas nuestras acciones resbalándose entre nuestros dedos; cada que sale una noticia más de feminicidio, cada noticia como una advertencia de que podríamos ser las siguientes.

Con todas estas sensaciones, con este amargo en el alma, con este nudo en la garganta, decidimos seguir haciéndolo todo, porque si algo nos ha enseñado el feminismo, es que no estamos solas, nos defendemos sin importar nuestros lazos, nos lloramos sin conocernos, nos protegemos las que quedamos.

«Yo todo lo incendió, yo todo lo rompo

Si un día algún fulano te apaga los ojos

Ya nada me calla, ya todo me sobra

¡Si tocan a una respondemos todas!»

VQ