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¿Avanzamos?

La pregunta de ¿quien gobierna y para quién?, surge luego de leer encabezados que sugieren ‘equidad de género a partir de la obligatoriedad del servicio militar para mujeres’, o ‘mínimo vital para mujeres con hijos productos de violación’. Como ciudadanas, inevitablemente nos cuestionarnos a quiénes benefician las propuestas nombradas. De entrada sabemos que a las mujeres, no. 

Este tiempo presente, más allá de atención y reflexión, nos solicita acción. Por eso nos dimos a la tarea de conversar para entender por qué a la fecha estamos ad portas de una declaración de Emergencia Nacional por violencia machista, iniciativa impulsada desde Estamos Listas y respaldada por más de 40 mujeres y organizaciones lideradas por mujeres en el territorio nacional, entre las que figura Pirañas Crew. 

El documento que será radicado el 20 de agosto en alcaldías y gobernaciones y que estará acompañado por plantones realizados a nivel nacional, busca visibilizar la situación y enfatizar que lo que está pasando no es “un problema de las mujeres”. Es un asunto público, social, político y económico que deviene de la dominación y explotación sistemática a la que las mujeres hemos sido sometidas históricamente y que hoy por hoy se recrudece a causa de la crisis de salud global, nos comenta Martha Restrepo del movimiento político de mujeres Estamos Listas. 

El momento es crítico, sin duda. La crisis mundial golpea el orden establecido evidenciando la desigualdad que en términos de derechos humanos golpea más fuerte a las mujeres cuando nos obliga a permanecer encerradas con maltratadores, violadores y abusadores conscientes de que sus acciones aberrantes no les traerán mayor consecuencia. 

Hablamos entonces de retroceso. 

Retroceso ante una crisis en la actual vemos diluirse años de luchas y conquistas en las que un gobierno neoliberal, que pondera la vida de las personas por debajo de la economía, no ha optado por medidas con enfoque diferencial que acompañe y proteja a las mujeres víctimas de violencia a diferencia de otros países. 

En cambio, propuestas como servicio militar obligatorio para mujeres, subsidio de violación a mujeres o cadena perpetua para violadores, no son más que la constante re victimización de las mujeres y evidente violencia institucional, que no remedia la situación, crítica por demás, sino que se inventa propuestas y medidas obtusas, deficientes y contrarias a lo que pretende la lucha feminista antimilitarista, cuya búsqueda de equidad ante la obligatoriedad del servicio militar aboga por mujeres y hombres en igualdad.

A menudo nos surge la idea de que las propuestas antes nombradas sobre la decisión de los cuerpos de las mujeres, son inútiles porque carecen de contexto por desconocimiento. Pero la realidad se sobrepone y una idea aterradora toma forma: no hay desconocimiento del contexto en absoluto. Lo que hay es una deliberada intención de imponer tales barbaridades. Y retroceder. 

Retroceder de modo que en los casos en que la ley le permite el aborto a las mujeres (en caso de violación, malformación del feto o peligro de muerte de la madre) la misma cuente primero con el ‘consentimiento del padre’, como propuso María del Rosario Guerra, senadora del Centro Democrático. 

Retroceder es que la ley obligue parir a una mujer violada, ante la hipotética negativa del padre violador. Y que (en serio, que las Diosas nos libren) tenga que después ser juzgada ante el hipotético “comité que valorará qué tan violada o violentada ha sido la mujer” para poder acceder a la tal ‘renta mínima básica’, propuesta por el senador John Milton Rodríguez hace dos semanas. 

Un escenario hipotético, ciertamente. Pero muy cercano a la realidad de cientos de miles de mujeres reales, que a diario luchamos con problemas tan reales que nos tienen la salud mental y física comprometida ante tanta atrocidad y deficiencia de un sistema incapaz que nos tiene haciéndonos muchas preguntas como: 

¿Dónde está la sentencia de cadena perpetua para los siete soldados que violaron a la niña Embera? La celebrada ley de cadena perpetua para violadores no es más que un evidente populismo punitivo que no resuelve el tamaño de problema que supone la violación y en cambio magnifica la imagen de gobernantes inútiles a quienes la prensa los adjetiva como ‘trascendentales e históricos’. ¡Histórico y trascendental abolir! … Pero no estamos preparadxs para esa conversación.

¿Qué pasa con el problema de base? ¿Qué pasa con las instituciones que “nos protegen”? ¿Quién nos protege de ellos? 

¿Retrocedemos? 

¿Qué hacemos con una institución como la policía que no nos protege? ¿Tener más mujeres militares o policías arregla el problema? ¿Cómo es ser mujer al interior de la Policía? 

Ya es bien sabido que ser mujer participando en el escenario público y político no es nada fácil, pero, las instituciones se han caracterizado por encarnar un machismo mucho más crudo y avasallador, como lo son el Ejército y la Policía Nacional, y aunque cada vez hay más mujeres, sigue siendo raro verlas con el uniforme camuflado o verde oliva. 

Conversamos con la “Patrullero” Murillo* – patrullero, porque no está dentro del lenguaje de la institución decirle patrulleras a las mujeres; ella lo acepta y se refiere a sí misma en masculino. – Queríamos entender un poco las motivaciones de una mujer para ser parte de la Policía. 

Murillo es una mujer joven, no tiene más de treinta, su familia llegó a Medellín desde Urabá, desplazada por la violencia cuando ella era una niña; La ciudad tampoco los recibió con los brazos abiertos, fueron épocas duras y llenas de guerra, pero su familia hizo lo que pudo. Algunos años más tarde su papá las dejó, a ella y su madre, para empezar una nueva relación, ella ya era adolescente, no fue fácil, pero solas se la rebuscaron. 

Su mamá le pagó el colegio con muchos esfuerzos, siendo la señora del servicio en varias casas. Murillo, ya sabía antes de salir del colegio, que plata para educación superior no había, por eso ser policía comenzó a ser un sueño, para tener un trabajo digno, y garantizar siempre 

poder ayudar a su mamá, también se entusiasmó con el servicio a la comunidad, se imagina haciendo trabajo social en las calles de Medellín con el uniforme de la Policía. 

Una vez terminó el colegio, espero cumplir los 18 años para ingresar a la Policía. Para ella, sigue siendo una institución querida, pero relata con un poco de tristeza, que esa idea que tenía de ser policía estaba bastante alejada de la realidad, tal vez, -nos comenta- que el amor que aún le guarda a la institución es una suerte de esperanza de que se pueden hacer las cosas distinto. 

Nos afirma que como mujer se viven muchas opresiones al interior de la Policía, afortunadamente nunca ha sido acosada, pero sí sabe de casos de compañeras; escalar en los grados de la Policía, siendo mujer, es triplemente difícil, y su vocación de servicio a la comunidad es algo que hace parte de su personalidad, pero que no es el común denominador de la institución. 

Sigue estando agradecida con la Policía, porque en su historia llena de vulneraciones y exclusiones, fue y ha sido la única oportunidad que tiene para seguir adelante con su mamá. 

Nos damos cuenta entonces, que las motivaciones que tiene una mujer para ser policía es el cuidado, la protección y el servicio comunitario, a la vez que trata de resolver una serie de exclusiones, como el acceso a la educación superior. Pero también nos damos cuenta que no es fácil, y que pertenecer a una institución como esta no le permite proteger a otros y ni ella misma. 

No descansaremos. 

Son tiempos complejos que nos exigen atención, presencia y acción. Al final de esta entrada, está el link de la declaratoria de Emergencia Nacional por violencia machista. Firmen y compartan, la meta es de 20mil firmas y aún faltan. 

No descansaremos. 

Hasta que la ley nos permita decidir libremente sobre nuestros cuerpos: Aborto legal, seguro y gratuito para garantizar la autonomía de las mujeres de decidir si queremos ser madres o no. 

No descansaremos. Elevamos nuestra voz por la vida y la integridad de todas. El panorama es incierto pero hacia allá vamos. ¡Juntas avanzamos! 

¿Firmamos la declaración? hazlo aquí

*El nombre de la mujer patrullera ha sido cambiado para respetar su privacidad, acoge su identidad a la protección de fuentes

-Ilustración realizada por Antro y Danas

GRITO, GRITAS, GRITAMOS

“Tengo que desatascar el grito, 

hacerlo salir de mi pecho, 

sentir, escuchar y caminar su vibrar”

Catherine Walsh

¿Cuántas veces el silencio ha sido impuesto? ¿Cuántas veces lo hemos elegido creyendo que nos protege? ¿cuántas veces ha sido usado para dominarnos y disciplinarnos? ¿cuántas veces nos han dicho que debe romperse y sin embargo nuestras voces no han sido escuchadas? Las respuestas irían acompañadas de largas historias en común con décadas de sometimiento tras ellas. En los años 70´s las mujeres crearon “grupos de conciencia feminista” donde podían hablar sobre sus miedos, experiencias de vida y pensamientos, donde podrían reflejarse en las voces de las demás; otras conversaban y bailaban alrededor del fuego mientras hermanaban y hoy, seguimos necesitando estos encuentros, para comprender la dimensión política y colectiva de nuestros relatos, para amplificar nuestras voces, caminar y denunciar juntas. Hoy elegimos el grito. 

Las violencias contra las mujeres vienen en ascenso, pero también están siendo nombradas, y esto tiende a incomodar, porque cualquier exigencia, proclama o denuncia que provenga de una mujer es mirada con sospecha, a pesar de que la realidad se desborde frente a los ojos. Insistimos en que hay historias y nombres detrás de las lamentables cifras y que estas no siempre son precisas, pero nos duele no poder nombrar a las 152,5 1 mujeres y niñas que en promedio durante la pandemia han sufrido de violencia intrafamiliar y violencia sexual, a las 1292 mujeres que han sido asesinadas y a las cientos de mujeres que son acosadas y violentadas de cualquier manera, a quienes se les llena de miedo y se les hace sentir culpables. 

La respuesta colectiva no se ha hecho esperar, cientos de organizaciones de mujeres lo denuncian a través de sus redes sociales, otras desentrañan sus gritos frente a batallones de policía militar, otras elevan sus voces desde el canto y la digna rabia, algunas resisten pintando, otras intentan librar sus batallas por ser escuchadas en escenarios de tomas de decisiones de los cuales casi siempre somos excluidas, otras acompañan y escuchan, algunas más escriben, pero lo que es cierto, es que el eco de los gritos va creciendo y sus decibeles en aumento. 

Por eso, este grito hoy queremos elevarlo declarando una Crisis humanitaria de emergencia nacional por las violencias contra las mujeres como antesala al reconocimiento de un estado de cosas inconstitucional (que es el que hace la Corte Constitucional ante la violación masiva, generalizada y estructural de derechos fundamentales3), es decir, que representa un problema de tal magnitud donde se violentan derechos, el Estado es incapaz de asumir el problema y existe un contexto de desprotección, que es necesario declararse para que se adopten unas medidas presupuestales, administrativas y judiciales necesarias para intervenir estas violencias; recordemos que el Gobierno Nacional ha expedido toda clase de decretos aprovechando el estado de emergencia nacional, pero ha sido incapaz de expedir por lo menos uno, para proteger nuestras vidas durante la pandemia, y estamos dispuestas, hoy y siempre a romper el silencio. 

¿Firmamos la declaración? hazlo aquí

  1.  Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Cifras a mayo 2020
  2.  Observatorio de Feminicidios de Colombia. Período 16/03/2020 a 30/06/2020
  3.  Bustamante (2011)

#NiUnaMenos

Queríamos hacer el lanzamiento de nuestro blog en el mes de julio bajo el título de Fieras Peligrosas, estábamos preparando la primera editorial. ¿Qué vamos a decir? ¿Qué queremos contar? ¿Qué vamos a mostrar?, queríamos hablar sobre el colectivo, sobre nuestras pintadas en las calles, nuestros ideales y la razón de nuestra juntanza, una provocación al feminismo, una revolución llena de arte.

Adelantamos nuestro lanzamiento al mes de junio, con 8 mujeres resonando en nuestra piel: Daniela Quiñones de Medellín, Yudi Fernanda Pérez de Neiva, Brandy Carolina de Barranquilla, Ariadna de Santa Marta, Lili Johana Meneses de Cali, Marinela Flórez de Segovia Antioquia, Heidy Soriano y su nena de 4 años de Bogotá; y las otras cientos de mujeres que hoy no pueden leer esto, porque también fueron asesinadas. Hoy adelantamos el lanzamiento de nuestro blog para escribir por ellas, las que aún seguimos vivas.

Quisiéramos dedicar nuestra vida a contar otras cosas, no a enumerar las mujeres que nos hacen falta, pero mientras los violentos feminicidas nos sigan arrebatando amigas, seguiremos haciendo visible las alarmantes cifras que hablan de universos perdidos en la vida de cada una.

En un lado leemos que en el año 2020 en Colombia han sucedido 155 feminicidios, en otro 48, en otro 90, y es que los datos no siempre (casi nunca) son abiertos y transparentes por parte del Estado, además, todos los feminicidios no son categorizados como tal, muchas veces quedan sin clasificar, o inclusive son puestos en categorías como suicidios y así el feminicida goza de total impunidad.

Por otro lado, los discursos que manejan los medios de comunicación y las autoridades no ponen el señalamiento donde debe ser, sobre el victimario y no sobre qué hacía, dónde estaba y cómo vestía la víctima. Invisibilizan el feminicidio de mujeres trans y nos recuerdan cada día que la justicia se hace mucho más lenta cuando de violencia de género se trata.

Hemos leído y escuchado varias opiniones sobre los feminicidios ocurridos durante el aislamiento, que se vive de forma mundial por el virus Covid-19, que lo que puso en riesgo a las mujeres fue salir en medio de la cuarentena, no un hombre machista, asesino, respaldado por una cultura patriarcal.

Los feminicidios ocurren hace bastante tiempo, tanto en la calle como en la casa, por conocidos y desconocidos, no es un asunto de la pandemia y el aislamiento, es un asunto del patriarcado estructural que nos gobierna y no nos protege para estar salvas y libres.

Hoy, mientras escribimos esta primera entrada para nuestro blog, nos invade la pregunta: ¿y ahora qué hacemos? Y es que no dejamos de sentirnos impotentes, devastadas, con el ánimo abajo, con todas nuestras acciones resbalándose entre nuestros dedos; cada que sale una noticia más de feminicidio, cada noticia como una advertencia de que podríamos ser las siguientes.

Con todas estas sensaciones, con este amargo en el alma, con este nudo en la garganta, decidimos seguir haciéndolo todo, porque si algo nos ha enseñado el feminismo, es que no estamos solas, nos defendemos sin importar nuestros lazos, nos lloramos sin conocernos, nos protegemos las que quedamos.

«Yo todo lo incendió, yo todo lo rompo

Si un día algún fulano te apaga los ojos

Ya nada me calla, ya todo me sobra

¡Si tocan a una respondemos todas!»

VQ