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GRITO, GRITAS, GRITAMOS

“Tengo que desatascar el grito, 

hacerlo salir de mi pecho, 

sentir, escuchar y caminar su vibrar”

Catherine Walsh

¿Cuántas veces el silencio ha sido impuesto? ¿Cuántas veces lo hemos elegido creyendo que nos protege? ¿cuántas veces ha sido usado para dominarnos y disciplinarnos? ¿cuántas veces nos han dicho que debe romperse y sin embargo nuestras voces no han sido escuchadas? Las respuestas irían acompañadas de largas historias en común con décadas de sometimiento tras ellas. En los años 70´s las mujeres crearon “grupos de conciencia feminista” donde podían hablar sobre sus miedos, experiencias de vida y pensamientos, donde podrían reflejarse en las voces de las demás; otras conversaban y bailaban alrededor del fuego mientras hermanaban y hoy, seguimos necesitando estos encuentros, para comprender la dimensión política y colectiva de nuestros relatos, para amplificar nuestras voces, caminar y denunciar juntas. Hoy elegimos el grito. 

Las violencias contra las mujeres vienen en ascenso, pero también están siendo nombradas, y esto tiende a incomodar, porque cualquier exigencia, proclama o denuncia que provenga de una mujer es mirada con sospecha, a pesar de que la realidad se desborde frente a los ojos. Insistimos en que hay historias y nombres detrás de las lamentables cifras y que estas no siempre son precisas, pero nos duele no poder nombrar a las 152,5 1 mujeres y niñas que en promedio durante la pandemia han sufrido de violencia intrafamiliar y violencia sexual, a las 1292 mujeres que han sido asesinadas y a las cientos de mujeres que son acosadas y violentadas de cualquier manera, a quienes se les llena de miedo y se les hace sentir culpables. 

La respuesta colectiva no se ha hecho esperar, cientos de organizaciones de mujeres lo denuncian a través de sus redes sociales, otras desentrañan sus gritos frente a batallones de policía militar, otras elevan sus voces desde el canto y la digna rabia, algunas resisten pintando, otras intentan librar sus batallas por ser escuchadas en escenarios de tomas de decisiones de los cuales casi siempre somos excluidas, otras acompañan y escuchan, algunas más escriben, pero lo que es cierto, es que el eco de los gritos va creciendo y sus decibeles en aumento. 

Por eso, este grito hoy queremos elevarlo declarando una Crisis humanitaria de emergencia nacional por las violencias contra las mujeres como antesala al reconocimiento de un estado de cosas inconstitucional (que es el que hace la Corte Constitucional ante la violación masiva, generalizada y estructural de derechos fundamentales3), es decir, que representa un problema de tal magnitud donde se violentan derechos, el Estado es incapaz de asumir el problema y existe un contexto de desprotección, que es necesario declararse para que se adopten unas medidas presupuestales, administrativas y judiciales necesarias para intervenir estas violencias; recordemos que el Gobierno Nacional ha expedido toda clase de decretos aprovechando el estado de emergencia nacional, pero ha sido incapaz de expedir por lo menos uno, para proteger nuestras vidas durante la pandemia, y estamos dispuestas, hoy y siempre a romper el silencio. 

¿Firmamos la declaración? hazlo aquí

  1.  Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Cifras a mayo 2020
  2.  Observatorio de Feminicidios de Colombia. Período 16/03/2020 a 30/06/2020
  3.  Bustamante (2011)

#NiUnaMenos

Queríamos hacer el lanzamiento de nuestro blog en el mes de julio bajo el título de Fieras Peligrosas, estábamos preparando la primera editorial. ¿Qué vamos a decir? ¿Qué queremos contar? ¿Qué vamos a mostrar?, queríamos hablar sobre el colectivo, sobre nuestras pintadas en las calles, nuestros ideales y la razón de nuestra juntanza, una provocación al feminismo, una revolución llena de arte.

Adelantamos nuestro lanzamiento al mes de junio, con 8 mujeres resonando en nuestra piel: Daniela Quiñones de Medellín, Yudi Fernanda Pérez de Neiva, Brandy Carolina de Barranquilla, Ariadna de Santa Marta, Lili Johana Meneses de Cali, Marinela Flórez de Segovia Antioquia, Heidy Soriano y su nena de 4 años de Bogotá; y las otras cientos de mujeres que hoy no pueden leer esto, porque también fueron asesinadas. Hoy adelantamos el lanzamiento de nuestro blog para escribir por ellas, las que aún seguimos vivas.

Quisiéramos dedicar nuestra vida a contar otras cosas, no a enumerar las mujeres que nos hacen falta, pero mientras los violentos feminicidas nos sigan arrebatando amigas, seguiremos haciendo visible las alarmantes cifras que hablan de universos perdidos en la vida de cada una.

En un lado leemos que en el año 2020 en Colombia han sucedido 155 feminicidios, en otro 48, en otro 90, y es que los datos no siempre (casi nunca) son abiertos y transparentes por parte del Estado, además, todos los feminicidios no son categorizados como tal, muchas veces quedan sin clasificar, o inclusive son puestos en categorías como suicidios y así el feminicida goza de total impunidad.

Por otro lado, los discursos que manejan los medios de comunicación y las autoridades no ponen el señalamiento donde debe ser, sobre el victimario y no sobre qué hacía, dónde estaba y cómo vestía la víctima. Invisibilizan el feminicidio de mujeres trans y nos recuerdan cada día que la justicia se hace mucho más lenta cuando de violencia de género se trata.

Hemos leído y escuchado varias opiniones sobre los feminicidios ocurridos durante el aislamiento, que se vive de forma mundial por el virus Covid-19, que lo que puso en riesgo a las mujeres fue salir en medio de la cuarentena, no un hombre machista, asesino, respaldado por una cultura patriarcal.

Los feminicidios ocurren hace bastante tiempo, tanto en la calle como en la casa, por conocidos y desconocidos, no es un asunto de la pandemia y el aislamiento, es un asunto del patriarcado estructural que nos gobierna y no nos protege para estar salvas y libres.

Hoy, mientras escribimos esta primera entrada para nuestro blog, nos invade la pregunta: ¿y ahora qué hacemos? Y es que no dejamos de sentirnos impotentes, devastadas, con el ánimo abajo, con todas nuestras acciones resbalándose entre nuestros dedos; cada que sale una noticia más de feminicidio, cada noticia como una advertencia de que podríamos ser las siguientes.

Con todas estas sensaciones, con este amargo en el alma, con este nudo en la garganta, decidimos seguir haciéndolo todo, porque si algo nos ha enseñado el feminismo, es que no estamos solas, nos defendemos sin importar nuestros lazos, nos lloramos sin conocernos, nos protegemos las que quedamos.

«Yo todo lo incendió, yo todo lo rompo

Si un día algún fulano te apaga los ojos

Ya nada me calla, ya todo me sobra

¡Si tocan a una respondemos todas!»

VQ

En tiempos de censura, rostros que hablan.

Medellín, Barrio Santander
septiembre de 2018

Estamos reunidas con el propósito de feminizar la ciudad y denunciar la censura de mujeres luchadoras y defensoras de derechos humanos.

Como mujeres, nos han dicho que necesitamos unos brazos fuertes, masculinos, que nos rodeen y nos cuiden; asociando el amor y el cuidado a la posesión y los celos, que aquel que te cela es porque te quiere.

Como graffiteras nos han dicho que la calle no es nuestro lugar, que es peligroso: impidiendo la expresión de nuestro arte y relegándonos a oficios de artesanía.

Y como feministas nos han dicho que es una causa perdida, minimizando el debate a que el feminismo es machismo al contrario, borrando las luchas de igualdad y equidad que han costado tanto.

Y esto es solo un síntoma de una ciudad violenta, que agota y censura movimientos sociales y artísticos; pero resistimos en lo cotidiano siendo mujeres, queer, feministas y graffiteras.

Esta ciudad está masculinizada, todo en términos de destruir para hacerlo más grande y vistoso, cemento, producir, vender, mano dura…Nuestra mayor ficción, que nos moviliza, es la feminización del mundo, donde son posibles otras masculinidades y donde la ética ciudadana es el erotismo: un compromiso estético con el cuerpo del otro.

Por eso exigimos

Mayor presupuesto para fortalecer procesos sociales y culturales en los vecindarios de la ciudad #NoSinMujeres

Un programa claro de acompañamiento a mujeres víctimas de violencia, que la hayan vivido en carne propia o en la carne de sus seres amados, como por ejemplo el homicidio de sus hijos.

No negar o discriminar a los que tienen búsquedas diversas de su sexualidad.

No tener políticas de mano dura como la militarización de la ciudad.Como mujeres podemos proteger y frenar la violencia, como graffiteras podemos hacer arte callejero y uso del espacio público y como feministas podemos reclamar la ciudad que queremos con nuevas masculinidades.

Las mujeres hemos participado de múltiples logros sociales en la ciudad que han sido invisibilizados, y es momento de avanzar para que las mujeres ocupen lugares en lo público e incidir realmente en la toma de decisiones.

Esto es una invitación a pensarnos una ciudad libre de estereotipos, una invitación para que las mujeres nos imaginemos la ciudad.

Barrio Santander